lunes, 10 de mayo de 2010

Desde los MICROaportes a las MACROrealidades

Estando a dos años del ya famoso y para muchos, certero pronóstico del fin del mundo, apenas hasta ahora son muchas las personas que intentan revertir todo lo que ocasionaron desde su nacimiento. Parece que el reloj mental no deja de sonar, contando segundo por segundo lo poco que nos queda para arreglar los errores.

Yo pienso que ya no se trata de en qué momento lo hacemos –porque de igual forma, es demasiado tarde– sino en el cómo y para qué lo hacemos. Y la respuesta precisa, sería tratando de involucrar lo particular y de esta forma pensar en resultados globales. Esto es precisamente a lo que me dirijo hoy. A Doña Chela y al Gran Emisario Submarino, dos realidades distantes ocurridas en Cartagena, pero que apuntan hacia el mismo fin.

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Aunque parece un parquecito poco trascendental, Doña ‘Chela’ ha cultivado hace ya casi medio siglo este pequeño bosque dentro de la ciudad.

Isabel Arellano, vecina del barrio Martínez Martelo desde hace 60 años, notando el basurero que se ubicaba frente a su casa, última morada de todos los enseres viejos de sus vecinos y foco de contaminación, decidió dedicarse a convertirlo en el lugar que le diera un ‘nuevo aire’ al barrio. Y este nuevo aire en todos los sentidos posibles.

Planta por planta que fue sembrada en “Mi Finquita” –como denomina doña Isabel a su pequeño proyecto ambiental– hizo parte de su gran esfuerzo por mejorar las condiciones ambientales y ecológicas de su barrio.

Compradas o recibidas como regalo, las plantas fueron sembradas en el terreno desolador que era entonces, y acompañadas del agua, el abono y hasta las palabras que doña Isabel les daba a diario, poco a poco el lugar al que muchos les tenían más miedo que fe, se fue convirtiendo en lo que es hoy.

Esta zona verde ha traído consigo gran variedad de beneficios como la moderación del clima en esa zona del barrio, dado la cantidad de vegetación que la rodea, y la generación de hábitats de vida silvestre. Muchos frutos y cantidad de plantas ornamentales son día a día el producto del esfuerzo de una sola persona buscando un bien colectivo.

Quizás doña Chela no es completamente consciente del gran aporte ambiental que “Mi Finquita” otorga a esa zona del barrio, pero si sabe con toda certeza que esto no puede acabar ni dejarse malograr por la mano de nadie, ni siquiera por la mas peligrosa, la del hombre curioso y derrochador.

A cientos de kilómetros del barrio Martínez Martelo donde a diario crece la “finquita” de Doña Chela, se gesta otra idea que piensa en ambiente.

Hace 10 años, la pequeña finquita seguía creciendo, sin advertir la elaboración del Plan Maestro, ni los grandes beneficios ambientales para la ciudad que se sumarian a la propuesta verde de doña Chela.

La gran promesa del Plan Maestro de acueducto, alcantarillado y gestión ambiental para Cartagena organizado por la administración local y la empresa prestadora de los servicios de acueducto y alcantarillado en la ciudad, Aguas de Cartagena, era mejorar las condiciones de salubridad de los ecosistemas de la ciudad. Y una de las alternativas de mejoramiento era darle solución al tratamiento de las aguas residuales en la ciudad, por medio del macroproyecto llamado Emisario Submarino.





Con una inversión de 22 millones de dólares, este proyecto se encaminó como una propuesta de regeneración natural de los cuerpos de agua internos, principalmente de La Ciénaga de La Virgen y La Bahía de Cartagena, que históricamente han sido reconocidos como los mayores atractivos de la ciudad, pero de igual forma, han sido utilizados como deposito final de las aguas residuales.

Aprovechando características naturales del mar, como su temperatura, la salinidad, las corrientes de mar y las radiaciones ultravioleta que allí se sitúan, este proyecto, remitiéndose al nombre del mismo, funcionará como un mensajero que enviará hacia las profundidades del mar todas las aguas servidas generadas en la ciudad, para que sean tratadas de manera natural, sin afectar al ecosistema ni a los habitantes.

Las aguas residuales generadas en los hogares cartageneros serán transportadas hacia la tradicional Estación de Bombeo ‘Paraíso’. En una tubería terrestre de 20.5 kilómetros, se conducirán hacia la Planta Preliminar de Tratamiento ubicada en las inmediaciones de Punta Canoa. Allí, las aguas residuales recolectadas serán sometidas a la eliminación total de partículas sedimentables y flotantes, y se llevará a cabo la remoción de los sólidos, grasa y aceites que puedan afectar al mar al momento de la descarga final. Luego, estas aguas preliminarmente tratadas, son conducidas en una tubería submarina de 2.850 metros de longitud hacia el mar Caribe y son descargadas a 20 metros de profundidad.

Al ser descargadas, las aguas preliminarmente tratadas se diluyen en el mar y con la acción de los elementos y características marítimas, se reducirá significativa y rápidamente las sustancias contaminantes que puedan encontrarse en el agua.

Aunque este proyecto no ha iniciado operaciones oficiales –se espera iniciar a finales de este año–, se puede prever que el impacto de este proyecto será muy amplio. Beneficios representados en la eliminación de los riesgos para la salud pública de los cartageneros y visitantes, la recuperación de los cuerpos de agua internos en la ciudad, el mejoramiento de la calidad del agua y el óptimo aprovechamiento de los cuerpos de agua para fines recreativos, deportivos y turísticos, son solo algunos de los múltiples frutos que el Emisario traerá consigo, en pro de la protección ambiental.

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Los resultados de estos micro y macro proyectos ambientales repercutirán certeramente en la calidad y mejoramiento del ambiente en Cartagena. Para seguir bajo esta línea, no es necesario conocer íntimamente a Doña Chela o saber dónde están ubicados los tubos del Emisario Submarino. Solo basta con saber que cualquier aporte por mínimo que sea, se convierte en un paso más del largo proceso que nos toca para enderezar el camino errado en el que hemos enviado a nuestro ambiente, o para correr contra el reloj del fin del mundo, si así se quiere.

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